En la sesión del 12 de abril de 1885 se acordó por unanimidad la propuesta del Presidente D. José Aranda de invertir las existencias de la Asociación, que ascendían a 128,50 pesetas, en la construcción de un altar en la Iglesia de las Escuelas Pías para guardar la imagen de la Santísima Cruz, debido al mal estado de conservación durante todo el año, ya que allí podría conservarse mejor y los cofrades podrían rendirle culto.
En febrero de 1886 se termina el altar de la Santísima Cruz, que fue construido en uno de los arcos de la Capilla de San José, o del Santísimo Sacramento, y se procede a dorarlo. De esta manera quedaba todo preparado y dispuesto para la colocación del signo y el paso, para que al regresar de la procesión del Viernes Santo, se pudiera colocar el trono anda de la Santísima Cruz en el altar
En años sucesivos se decoró el altar de la Santísima Cruz, se aprestaron los improperios para la mesa del Altar y se dispuso un telón que cubriera la boca del nicho del mencionado altar y se compraron sacras, un crucifijo, candeleros de metal, etc… según consta en el libro de Actas de la Asociación.
Este altar fue destruido en la Guerra Civil Española, tras la expulsión de los Padres Escolapios el 25 de marzo de 1936 de manos del bando republicano, cambiando el uso de culto para convertirlo en prisión y cheka dónde además de perder la riqueza artística de la Hermandad, ya que tanto la Cruz como el sudario y algunos manteles de la Hermandad de la Santísima Cruz fueron pasto de las llamas durante la contienda nacional, desapareció parte importante de la documentación de la Asociación de la Santísima Cruz.
En 1940 la directiva de la Asociación de la Santísima Cruz acordaba invertir una cantidad de dinero en la construcción de un altar para la Santísima Cruz. Con este altar se pretendía conservar mejor la imagen de la Cruz y concederle la reverencia adecuada para su culto. Para ello, en la Sesión Extraordinaria de 17 de marzo de 1940 el Padre Rector D. José María Blay asignó una de las capillas centrales de la nave central de la iglesia de las Escuelas Pías para la colocación del Altar de la Cruz y se designó una comisión para invitar a los cofrades a contribuir con su donativo, para que en su día, empezase la reconstrucción del altar donde se diera culto a la Santísima Cruz.
Un año después, en la Asamblea General de 25 de marzo de 1941 se decidió doblar la cuota de los asociados: “A propuesta también por la Junta Directiva se manifestó que, dado el excesivo gasto que se va haciendo en el arreglo del altar dorado y estucado de la capilla, y demás ornamentos necesarios para la celebración en la misma, que aumentase por una sola vez la cuota de los cofrades en un doble, quedando conformes en esta proposición la Asamblea sin discutir ni siquiera esta proposición como así se hizo, y dando un voto de confianza a los señores componentes de la expresada Junta Directiva por su buen acierto y marcha de la Asociación. Se levanta la sesión rezándose por el Padre Rector las preces de reglamento”.
El 30 de marzo de 1941 se bendice en la Iglesia de las Escuelas Pías el nuevo altar, de estilo neoclásico, costeado por la Asociación de la Santísima Cruz, tal y como consta tanto en las actas de la Asociación de la Santísima Cruz como en el Volumen I de la Crónica del Real Colegio de las Escuelas Pías de Gandia de 1939 a 1966, de ese mismo día, donde indica: “Destruidos los altares y quemadas las imágenes de nuestra iglesia por los rojos obcecados, ahora la piadosa Asociación de la Cruz ha construido, en donde fue capilla del Sagrado Corazón, un altar de blanca escayola dedicada a la Stma. Cruz, altar que se ha inaugurado hoy que en breve plazo será convenientemente decorado, según el firme propósito de dicha Asociación”.
El 4 de abril de 1943 se decide en la sesión de la Junta General el costear el dorado del altar destinado al culto de la Santísima Cruz.
En esta capilla de la Cruz se colocaba la imagen de la Santísima Cruz después de terminar la Solemne Procesión del Santo Entierro del Viernes Santo.
El nuevo emplazamiento creado en el templo iría enriqueciéndose con diversos objetos litúrgicos y serviría para disponer lo necesario para los Improperios.
Los improperios son los instrumentos de los que se sirvió Cristo para vencer la injusticia, el pecado y la muerte. Ellos simbolizan verdaderamente, los instrumentos de nuestra salvación, al tiempo que fueron las herramientas del sufrimiento de las cuales hizo uso Cristo parar llevar la redención al mundo: la Corona de espinas, las cañas que sirvieron para retirarlas una vez encarnadas en la cabeza del Señor, las ligaduras, la masa y el martillo de gancho con el que se clavaron y desclavaron las manos y los pies de Cristo, la caña con la que se le dio a beber hiel y vinagre, la lanza de Longinos y la escalera, los tres clavos y los elementos propiamente sangrientos de la Pasión dolorosa: Columna, flagelos y Cruz, que incluye el INRI infamante.
Del altar de la década de 1940 se guarda un manuscrito de 1944 con el inventario de la Asociación en el cual constan 2 toallas (manteles) donados por la viuda de D. José Melis, 2 sudarios para la cruz, 6 candelabros grandes y 2 pequeños, 3 sacras, un misal, 1 crucifijo, 2 arandelas con 6 tulipas, 1 peana y 6 jarrones para flores: 2 de obra, 2 de cristal y 2 de metal plateado, éstos últimos regalados por la Sra. Castillo de Peiró. Además se disponía de 40 metros de tela de color morado para el frontis en la función religiosa del Viernes Santo, el cual disponía de un sistema de montaje para la instalación de la Cruz ese día tan señalado.
De éste inventario se conservan los candelabros y un mantel trabajado laboriosamente combinando vainicas con bordados de Hardanguer y puntilla de bolillos, en cuyo bordado central aparecen las iniciales de RR, Rafaela Rignón Camarera de la Hermandad, bordado en punto plano y punto calado y que custodia la familia Durà.
El altar consta de una mesa eucarística con una pieza de mármol de 285 centímetros de largo y 99 centímetros de ancho, sujetado por cuatro columnas con capiteles compuestos de estilo corintio y jónico dorados a un metro del suelo y adosado a la pared, ya que antiguamente las misas se celebraban de espaldas a los feligreses. Tras la fundación de la Asociación de Caballeros de la Santísima Cruz, en esta mesa se celebraba la Santa Misa todos los días 14 de cada mes en sufragio de los difuntos de la Asociación y por las intenciones del Sumo Pontífice.
En la parte inferior de la mesa, de manera central y rodeada por una moldura en forma de circunferencia inscrita en un rectángulo, preside el anagrama de la Santísima Cruz en color dorado. La parte baja del altar está pintada simulando el mármol de diferentes colores y texturas.
El retablo del altar de la Cruz es de estilo neoclásico, elaborado en yeso, posee dos columnas estriadas rematadas con capiteles corintios y bases trabajadas laboriosamente que enmarcan la imagen de la Santísima Cruz, al mismo tiempo que sustentan el frontón de forma triangular y con decoración en relieve, culminado por el escudo de la Escuela Pía rodeado de rayos. Este retablo del altar de la Santísima Cruz tiene una altura de ocho metros y tres metros y veinte centímetros de ancho que fue dorado años después de su construcción.
Como curiosidad cabe destacar que el molde del altar de la Santísima Cruz, fue utilizado posteriormente en la ermita de Santa Ana de Gandia para realizar, con algunas modificaciones, el retablo central del altar mayor donde se custodia la imagen de Santa Ana.
En la parte central del retablo del altar de la Santísima Cruz aparece la imagen titular, y advocación que da nombre a la capilla. Se trata de una cruz simple de madera con el sudario. Esta cruz está sustentada por un pequeño montículo, que representa el Gólgota, y en su parte superior tiene clavado el “Titulus Crucis” en pergamino en la parte superior.
La Santísima Cruz destaca delante de un fondo de tela de terciopelo rojo con pasamanería dorada, y en cuya parte trasera se dispuso un haz de luz que la hace sobresalir de una manera radiante. En la parte delantera un foco ilumina la intersección entre los dos maderos de la cruz, focalizando la atención en el signo de culto para todos los cofrades de la Asociación.
El altar de la Santísima Cruz estaba acompañado de una Virgen Dolorosa de reducidas dimensiones en el centro de la mesa del altar, y unas imágenes de metro y medio que custodiaban el altar en cada lateral: a la izquierda San Antonio de Padua y a la derecha San José. El altar se completaba con los seis candelabros grandes de la Asociación, y en un lateral del altar se disponía de un lampadario eléctrico en mueble de madera de 72 velas.
Llegado el año 2010, y después de observar el deterioro del altar debido al paso del tiempo y a las humedades, la Junta Directiva de la Hermandad, presidida por D. Salvador Frasquet, decidió empezar la restauración del retablo y el altar de la Hermandad. Estas tareas de restauración se iniciaron la primavera de 2010 por una empresa Art i Restauració Xavier Ferragud de Algemesí especializada en conservar y restaurar el patrimonio religioso y duraron varios meses, con un coste para la Asociación de la Santísima Cruz de 12.000 euros.
El proceso de restauración consistió en el saneamiento y reparación de las humedades que afectaban principalmente a su parte superior, aunque tenía desperfectos por los laterales y bajo de la mesa del altar; así como el redorado y estofado en colores de los distintos elementos ornamentales del altar. Además se procedió a cambiar el terciopelo de la hornacina de la cruz por terciopelo del mismo color con tela damascada en el centro t pasamanería dorada. También se aplicó un tratamiento de conservación tanto en el montículo como en la imagen de la cruz y se cambió el sudario, aprovechando para renovar la instalación del sistema de iluminación.
Tras la restauración, las tres imágenes que decoraban la capilla fueron sustituidas por un molde de escayola de una escultura funeraria de la Piedad, obra de Ricardo Rico para un panteón de la vecina población de Beniarjó; y se decoró cada lateral de la capilla con tres grandes candelabros dorados en cada lado.
La restauración de dicho altar fue bendecida el 14 de septiembre de 2010 por el Provincial de los Padres Escolapios M.R.P. Francisco E. Montesinos en una Eucaristía que estuvo concelebrada por el consiliario de la Hermandad, el Rector de la Comunidad de Escolapios, P. Francesc Mulet i Ruís y los diferentes religiosos de la comunidad de Escolapios de Gandia, coincidiendo con la celebración de la Exaltación de la Cruz.
Casi 200 personas participaron en la celebración a la que asistió el Presidente de la Junta Mayor de Hermandades D. Jesús Montolío y algunos de sus directivos, la Madrina de la Semana Santa Dª Begoña Ramos, la concejala delegada de la Semana Santa Dª. Liduvina Gil, los Hermanos Mayores y Camareras de las diferentes Hermandades que componen la Semana Santa gandiense, los cofrades de la Hermandad de la Santísima Cruz y numeroso público que no quiso perderse dicha efeméride.
Una vez finalizada la Eucaristía el Presidente de la Hermandad de la santísima Cruz D. Salvador Frasquet y de la Camarera Dª. Mª José Simó impusieron la insignia y la medalla de la Hermandad al Padre Provincial de los Escolapios, como muestra de agradecimiento por su presencia.
Con la incorporación de la Celebración de la Reconciliación el año 2016, el altar de la Santísima Cruz volvió a coger un acto de culto para los cofrades de la Hermandad de la Santísima Cruz, ya que días previos a la Semana Santa se congregan en esa capilla para prepararse espiritualmente para los días grandes de la Pasión.
El mes de mayo de 2020, y tras hablar con el consiliario de la Hermandad D. Enric Ferrer Solivares para poder volver a colocar el mantel en el altar de la Cruz, se acordó trasladar la imagen de la Piedad de manera perpetua en la capilla de la comunión, en la parte trasera de las Escuelas Pías, descansando sobre una plataforma preparada a tal efecto. Fue la mañana del viernes 12 de junio cuando un grupo de cofrades levantaron a pulso los 150 kilogramos que pesa la imagen de la Piedad para transportarlo a la capilla presidida por la imagen del escolapio San Pompilio Martia Pirrotti. De esta manera el altar de la Santísima Cruz volvía a recobrar su identidad genuina, siendo la cruz la verdadera protagonista de la capilla, teniendo a sus pies, únicamente y sobre la mesa del altar, la antiquísima talla de madera trabajada, estucada y policromada de la Virgen Dolorosa, recordando el versículo del Evangeliuo de Juan 19,27: <… “Ahí tienes a tu madre”…> poco antes de morir en la cruz. De esta manera el altar queda con la misma composición artística que el trono anda de la imagen de la Santísima Cruz, en cuya parte frontal y a los pies de la cruz, está representada la imagen de nuestra señora de los Dolores.
Con la remodelación del Altar de la Hermandad se recuperaron los 6 candeleros, fabricados en fundición y metal dorado de 65 centímetros de altura y 51 centímetros de perímetro de su base triangular, que la Asociación compró en 1940, los cuales están labrados en orfebrería y en cuya base tiene cincelados tres anagramas de la Asociación, devolviéndolos a su altar original. Para que el altar quedara como en sus orígenes, la Hermandad sufragó seis nuevos velones de cera líquida de 40 centímetros para que quedaran de manera perpetua a cada lado del altar de la Santísima Cruz.
El altar se completó con un mantel confeccionado por la cofrade Mª. Jesús Martín Marcos con una tela antigua de hilo dl año 1920, que guardaban los hermanos Ferrer Solivares del taller de costura de su tía, y a la cual se le añadieron unas puntillas de encaje donadas por la camarera de la Hermandad Dª. Cristina Miñana Sanchis. En ambos laterales del mantel se bordó el escudo de la Hermandad de la Santísima Cruz. La imagen de la Dolorosa que descansa sobre el altar, quedó acompañada por dos jarrones pétreos en forma de pebeteros, confeccionados en alabastro de 50 centímetros de altura y 31 centímetros de diámetro, que el Colegio Escolapias de Gandia donó a la Asociación de la Santísima Cruz para el altar junto con dos columnas de 110 centímetros que se dispusieron a cada lado de la imagen de la Piedad. Estos jarrones con las columnas eran los utilizados en la antigua capilla del Colegio Escolapias, situada en el primer piso, tras la construcción del nuevo colegio en 1955, después de 13 años de la llegada de las Religiosas Escolapias a la ciudad de Gandia. Los nuevos adornos florales del altar fueron donados y arreglados por las cofrades de la Hermandad Dª. Marisa Martí Estornell y Dª. Mª José Simó Martí.