Del evangelio de San Mateo (27, 24-26)
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VI estación
Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo: «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!» Y el pueblo entero contestó: «Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Pilato quiso mantener el orden en medio de un pueblo levantisco, y quiso también salvar a un inocente. Las dos cosas se contraponían. Los gritos de la multitud le impresionaban. Y aunque se lavó las manos ante la gente, acabó siendo culpable del asesinato de un inocente .Pilato, curioso por saber qué es la verdad, no la descubre ante Cristo, que calla ante él. Pilato quiso dar gusto a la gente liberando a un homicida y condenando a quien había venido a dar la vida por todos.
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