La música siempre ha estado relacionada con la Semana Santa. Desde el comienzo de los desfiles procesionales la música siempre ha acompañado a las imágenes realzando la solemnidad y devoción del momento y creando, tanto en los penitentes y en las personas que acudían a ver la procesión, despertando sentimientos y emociones al escuchar las melodías que hace retrotraerse y recordar el momento de la pasión y muerte de Jesucristo.
Según consta en algunos documentos de la Asociación, cuando los cofrades salían en procesión el Viernes Santo por las calles de Gandia acompañando a la imagen de la Santísima Cruz, iba un grupo de hombres interpretando los tradicionales motetes.
Los motetes eran piezas musicales sacras, escritas en latín, que eran cantados a varias voces como una bella forma de polifonía vocal. La interpretación a capella de estas canciones sencillas le confería un carácter de poesía y grandiosidad, dotando de solemnidad a las procesiones.
Este acompañamiento musical de la Procesión del Viernes Santo fue sustituido en 1890, con los permisos pertinentes, por una banda de música. Este cambio vino motivado en la sesión ordinaria del 3 de febrero de 1890: “por el asociado señor Aranda Comas se propuso la supresión de los motetes que acostumbraban a cantar durante la procesión y en sustitución de esto podría pedirse permiso a la Autoridad local para que permitiese el que tocase una banda de música, cuyo pensamiento fue aprobado por unanimidad”.
El canto de los motetes de la Cruz se recuperaron para la inauguración del Altar de la Cruz tras la Guerra Civil el 30 de marzo de 1941, por lo que el libro de actas de la Hermandad recoge: “Con la celebración de la Santa Misa con motetes de canto y sagrada comunión”
Este no fue el único acompañamiento vocal que ha tenido la imagen de la Santísima Cruz, pues en el periódico Bayrén de 28 de marzo de 1929 anuncia “Se tiene proyectado y según referencias mañana, Viernes Santo, en la en la procesión del Santo Entierro se cantarán saetas. Innovación es esta que llamará sin duda la atención y deben la autoridades tomar las medidas pertinentes para que esto no resulte de parte del público una irreverencia y con ello hurtar al acto de la procesión la solemnidad que ha de ser su característica”. Estas saetas iban dedicadas al Santo Sepulcro, la Virgen Dolorosa, azotes y Columna, Oración de Jesús en el Huerto y a la Santísima Cruz.
Ese mismo año D. Antonio Morente Escobosa publica en la Revista de Gandia la Saeta dedicada a la Santa Cruz: ¨Aquella Cruz infame convirtió el Santo Suplicio en signo de redención y emblema del cristianismo.¨
Este canto de saetas a la imagen de la Santísima Cruz continuó también tras el paréntesis de la Guerra Civil, en el que muchos Viernes Santos la Solemne Procesión del Santo Entierro era interrumpida en algún punto de su itinerario para que desde algún balcón una “cantaora” dedicara una saeta a la imagen de la Santísima Cruz, en cuyo canto religioso hacía referencias al madero donde estuvo clavado Jesucristo.
Esta tradición está más arraigada en la Semana Santa andaluza, aunque en Gandia son varias las imágenes a las que se les ha dedicado alguna saeta, incluida la Santa Cruz hasta finales de la década de los setenta, ya que desde el año 1980 no se tiene constancia de ningún cante saetero a la imagen de la Santísima Cruz en sus desfiles procesionales.
En la Asociación de la Santísima Cruz también era una práctica tradicional el canto del Miserere en la Solemne Función Religiosa del Viernes Santo, también conocido como “Els Sermons de la Creu” y que eran una de las celebraciones más importantes de la Semana Santa gandiense. El “Miserere” es el himno litúrgico de carácter penitencial, interpretado en latín, del salmo 51 (50) de manera musicalizado. Uno de los “Miserere” más conocido es el del compositor italiano Gregorio Allegri para la capilla papal en la década de 1630, y se trata de una secuencia polifónica renacentista, en las cuales intercala elementos gregorianos.
En varios documentos de la Asociación aparece reflejado el canto del Miserere, además de aparecer en la Crónica de las Escuelas Pías de Gandia del mes de abril de 1941: “Pero el acto más saliente del día 11 fue el tradicional sermón de la Cruz. A las tres de la tarde, y ante un inmenso auditorio que llenaba por completo nuestra iglesia, un coro selecto de señoritas cantó con perfilada entonación el salmo Miserere, y acto continuo, pronunció un ferviente sermón el celoso orador, M.R.P. José Soto, Provincial de las Escuelas Pías de Valencia”.
“Misericordia, Dios mío, por tu bondad,/ por tu inmensa compasión borra mi culpa;/ lava del todo mi delito,/ limpia mi pecado./ Pues yo reconozco mi culpa”. Así se inicia el salmo 51 del tradicional canto del Miserere que desde la Hermandad se pretende recuperar para las celebraciones de la Semana Santa, de manera especial en la adoración de la cruz que se realiza en los Oficios del Viernes Santo, retomando de esta manera piezas musicales que alguna vez han formado parte del patrimonio musical de la Asociación de la Santísima Cruz.